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Foto del escritorJuan Camilo Martínez Guerrero

¿Quieres ser libre, ser quién verdaderamente eres, gozar de tu verdadero poder y vivir tu verdad?

Actualizado: 18 ene 2021



Mira adentro tuyo y reconoce, valora, comprende y perdona a tu padre, a tu madre, a tus hermanos y amigos. Si no han podido ser mejores ¿Quién les juzga?


Luego, mira adentro y reconócete, valórate, compréndete y perdónate a ti mismo. Si no puedes ser mejor ¿Quién te juzga?


Acepta y entrégate a los sentimientos que aparezcan: la rabia, el dolor, la envidia, la admiración, el arrepentimiento y la culpa, el agradecimiento… No intentes cambiarlos, no los juzgues, no los justifiques, sé valiente y vívelos a flor de piel. Es lo que hay, es lo que es ¿Quién te juzga?


Ahora deja que tu inteligencia se empape de amor y toma la decisión de responder a estos sentimientos con la acción, hazte cargo de tu verdad.


Si tienes odio acéptalo y usa tu inteligencia empapada de amor para decidir alejarte de a quién odias para no alimentar una posible venganza que solo generará más odio, y descubre con inteligencia y sabiduría la respuesta que te hará sanar y crecer verdaderamente.


Si tienes rabia, acéptala, exprésala haciéndote cargo de ella, es decir, exclama por qué a ti te da rabia y no por qué el otro te da rabia. Es muy distinto decir: me da rabia que me trates mal, a decir, me da rabia que me traten mal, o, me da rabia que no me escuches, a decir, me da rabia que no me escuchen. De esta manera nos hacemos cargo de nuestra rabia, con nuestro propio poder y podemos decidir con veracidad poner límites y nos liberamos de que sea el otro quien cambie su actitud para sanar nuestra rabia. Asumir la propia rabia nos lleva a descubrir, asumir, defender y promover aquello que realmente valoramos, es decir, si me da rabia que no me escuchen, quiere decir que valoro la virtud de escuchar, o el buen trato, la honestidad, la justicia…


Si tienes dolor, acéptalo, deja que te duela, no lo excluyas por orgullo o pretensión de fortaleza, pues te duele para que le atiendas con tu inteligencia empapada de amor y aprendas a sanar y a fortalecerte. Sólo al aceptar tu vulnerabilidad podrás transformarte, si la niegas, serás sometido por tu vulnerabilidad.


Si tienes envidia, acéptala, compréndela, ella te habla acerca de cómo te alejas de ti mismo, de cómo te quedas debiendo a ti mismo, de cómo vez en los otros lo que no estás viendo en ti mismo. Regresa con humildad a tu camino correcto, de lo contrario, sufrirás y harás sufrir mucho hasta que aprendas tu propia divinidad y tu lugar sagrado.


Si sientes arrepentimiento y culpa, acéptalo, no te victimices ni te atrevas a poner en duda tu dignidad, la que te pertenece por la Gracia Divina que te dio la vida y que nada ni nadie te la puede quitar. No permitas que la culpa te someta, pues no existe mayor peligro para el espíritu humano, pues le debilita y le aleja de su naturaleza grandiosa y divina. Además, para reparar o equilibrar aquello que nos llevó al arrepentimiento, es necesario gozar de la fortaleza que brinda la dignidad y la divinidad que nos pertenece a cada uno de nosotros.


Si sientes admiración, acéptala, abrázala que esta te muestra en detalle la virtud y la belleza en lo que valoras del espíritu humano, de tu propio espíritu. Es una clara indicación en tu propio camino de vida.


Si sientes agradecimiento, acéptalo, compréndelo, articúlalo y defínelo bien y en detalle. Esto te muestra en transparencia el valor sagrado de la confianza y la vulnerabilidad en los otros y en ti mismo: es la mayor expresión de amor en la experiencia humana.


Si sientes miedo, acéptalo, esto solo se logra con valentía, compréndelo, articúlalo y defínelo bien y en detalle. Al miedo nada le puede vencer más que el amor, y siendo así, el miedo nos lleva sin opción, si valoramos nuestra vida, a entregarnos al camino del amor, que no es nada diferente que el camino mismo de la sabiduría, la Fe y la divinidad en la existencia. Recuerda, la valentía es asumir tu altísimo valor, pues lo vales todo, si no fuese el caso, no estarías vivo.


¿Que estás sintiendo? ¡Acéptalo y resuélvelo con tu mente empapada de amor!

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